
Jeremías 23: 7: por tanto vienen días, dice Jehová, en que no dirán “¡Vive Jehováh, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto!”, sino :”¡Vive Jehováh, que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte y de todas las tierras adonde yo los había echado!”. Y habitarán en su tierra.
Efesios 1: 22-23: “Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.
INTRODUCCIÓN
Para la interpretación del primer texto voy a ubicarme en la “posición actualista”: lo afirmado por el profeta se está cumpliendo ahora (siglos XX y XXI). El regreso masivo de la diáspora de Israel a su hogar natal, como consecuencia de la II Guerra Mundial y del Holocausto, nos está permitiendo asistir “en directo” al cumplimiento de una de las mayores profecías bíblicas. Aunque muchos “no crean”. Todo ello inextricablemente unido al incremento del odio de los pueblos árabes e islámicos hacia Israel, con la consiguiente inestabilidad político-militar en la zona.
Este tema “puntual” (si bien de la mayor importancia) nos remite a otro más profundo:
¿Cómo podemos caracterizar la relación entre la Iglesia y el Pueblo de Israel?
Aunque comporte el riesgo de una simplificación casi caricaturesca, vamos a sintetizar dicha relación a través de tres posturas: dos de ellas extremas y otra que podríamos considerar como intermedia.
1.LA POSTURA DE FILIACIÓN O QUERENCIA “MARCIONITA”
Marción fue un cristiano del S.III según el cual el Dios predicado por Jesucristo: “el Padre”, no tenía nada que ver con el Jehováh o el Yahvéh del Antiguo Testamento.
Para él, sólo deberíamos considerar el Nuevo Testamento como “materia de fe”. Jesús de Nazaret habría venido para salvación de todos los hombres y mujeres, excepto los judíos, que debían esperar otro Salvador.
No podemos dejar pasar este punto sin advertir los frecuentes ecos que hallamos en la teología actual de este concepto: “el Dios de Jesús”, el cual tiende a marcar una diferencia evidente y profunda entre Cristianismo y Judaísmo.
Una imagen tópica podría servir como “ilustración” de esta postura (tal vez por una especie de proyección inconsciente): la imagen de Jesús de Nazaret con cabello castaño y ojos azules…¡tan del gusto de la cinematografía de los años 50 y 60 del pasado siglo!
Y ya en un terreno entre surrealista y absurdo…..podemos encontrar un “Jesús Ario”, reivindicado desde diversas páginas nazis o filo-nazis en Internet, etc.
Yendo tal vez a lo más serio e “hiriente”, esta postura de consciente oposición e incompatibilidad entre lo judío y lo cristiano, es la base de las incontables persecuciones ejercidas por la Iglesia (o por gobernantes afines a ella) en contra de los judíos, especialmente en Europa. También por parte de los judíos se manifestó una paralela y casi total cerrazón ante el mensaje cristiano ¡a lo largo de veinte siglos!
El último episodio fue sin duda la Shoah, el Holocausto, que -por una extraordinaria “carambola” providencial (para el creyente)- se convierte en el inicio de la más extraordinaria recuperación del Pueblo Judío que se ha visto, al menos desde la época de Cristo, y que marca también el comienzo y el desarrollo de un cambio, cada vez más perceptible, entre la Iglesia (y los países de civilización cristiana) y los Judíos (y su principal trasunto político: el Estado de Israel).
- LA POSTURA JUDEOMESIÁNICA
Podríamos caracterizarla como opuesta -casi punto por punto- a la postura anterior.
Desde su punto de vista (que, a diferencia del Judaísmo Tradicional, cree posible y necesaria una aproximación teológica y práctica entre Judaísmo y Cristianismo) se deben destacar los siguientes extremos:
-Cristo vino a salvar (específicamente) a las “diez tribus perdidas de Israel”: es decir, a los habitantes del Reino del Norte, conquistado y repoblado por el Imperio Asirio, cuyos descendientes se esparcirían por todas las naciones del mundo, uniéndoseles más tarde los “judíos” del Reino de Judá (Reino del Sur) después de que éste fuera conquistado por Roma, y la mayor parte de sus habitantes emigraran a otros países.
-Por lo tanto, la predicación del Evangelio se dirige específicamente a ellos, que son “las ovejas perdidas” por quienes muere Cristo. Son -al fin y al cabo-personas de raza y espíritu “israelita o judío” que se desconocen como tales, pero que -debido a esto y sólo a esto- son capaces de oir al Buen Pastor y de seguirle, incluso con la meta real de “regresar” a la Tierra de Israel, a veces físicamente y, otras, a través de la “recuperación” de su cultura ancestral: fiestas, dieta, signos sacramentales (circuncisión, por ejemplo).
Esta posición, si bien no enfatizada al extremo, es la que muy frecuentemente encontramos en las Iglesias Pentecostales, normalmente en forma de una especie de “judaísmo espiritual” y de un apoyo sin fisuras al estado de Israel.
- LA POSTURA INTERMEDIA: LOS DOS OLIVOS
Dentro de ella podríamos diferenciar dos corrientes bien caracterizadas:
-De simpatía o querencia filo-marcionita: es la que ha predominado en las Iglesias Históricas (sea la Iglesia Católica Romana, las Iglesias Ortodoxas y Orientales y las Iglesias Protestantes).
Desde este punto de vista, el Nuevo Pacto ha superado y sustituido por completo al Antiguo Pacto. Por lo tanto, la vuelta de los israelitas o judíos a su antiguo hogar y la fundación y vicisitudes del Estado de Israel son hechos históricos, sin relevancia providencial o profética. Hay incluso quienes se posicionan abiertamente en contra de Israel, por querer defender a los más débiles: los palestinos.
Otro aspecto muy característico de esta postura es la negación de cualquier virtualidad profética actual del Antiguo Pacto. Para ellos, todas las profecías de éste se cumplieron en Cristo. Asimismo, las enseñanzas del Antiguo Testamento sólo se han de recibir en un sentido moral y/o alegórico
-La Teología Paulina de los Dos Olivos: toma origen en las enseñanzas de S. Pablo -claras…pero incomprensiblemente olvidadas por la Iglesia durante veinte siglos-. Estas enseñanzas se encuentran concentradas en el capítulo 11 de la Epístola a los Romanos y pueden sintetizarse en lo siguiente:
-el Pueblo de Israel es el origen de la fe (el olivo natural o primigenio)
-la Iglesia Cristiana (formada eminentemente por gentiles, esto es: por “no judíos o israelitas”) es una rama injertada y por lo tanto…, alimentada por una savia, una fe…, que en principio no le pertenece, y menos aun en exclusiva, como pretende la postura marcionita).
-Desde un punto de vista más elevado (providencialista): el Pueblo de Israel y la Iglesia Cristiana son dos realidades espirituales que expresan el Plan de Dios, aunque muchas veces su complementariedad se manifieste en forma antitética (Romanos 11:25-32).
- CONCLUSION EN CLAVE PROVIDENCIALISTA
Si prestamos atención a las Profecías Particulares (yo personalmente sí lo hago, especialmente cuando se trata de profecías repetidamente validadas por hechos históricos) encontramos signos y avisos de un proceso de aproximación y de reconocimiento de los Dos Olivos, que se han ido cumpliendo en las últimas décadas del Siglo XX (Pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI).
Así, en la Profecía de San Malaquías (Profecía de los Papas): el antecesor del actual Papa: Benedicto XVI es alegorizado con el lema: “ De Gloria Olivae”. A lo largo de su Pontificado no sólo hubo signos de sincera aproximación entre católicos y judíos…, sino que se produjo el espectacular desarrollo de ese “judaísmo espiritual”, al que antes hemos aludido, en las Iglesias Pentecostales.
Hay también otro pasaje importante, relacionado con “los Dos Olivos” en el Libro de Apocalipsis. En el capitulo 11 se describe la misión de dos testigos proféticos, que en medio de una gran tribulación (que incluye la profanación del atrio del Templo) dan su testimonio, el cual termina en martirio.
Estos anuncios proféticos se producen justo en el “tiempo” inmediatamente anterior a la consumación de la Historia y la llegada poderosa del Reino de Dios.
Por si alguien pensara que nos movemos en una proyección fantástica de contenidos mentales sin base real, voy a transcribir “a vuelapluma” las palabras del representante del PNV en una reciente comparecencia parlamentaria y en la que -con ocasión de la política de inmigración que debía seguir el Gobierno Español, y por extensión el de la Unión Europea- dijo la siguiente e interesante frase (sobre todo por venir de un partido tradicionalmente católico y, hasta hace poco, integrado en la Internacional Demócrata-Cristiana: Grupo Popular en el Parlamento Europeo)
“no debemos defender nuestra identidad judeocristiana”
Hoy día, el enemigo a batir es justamente “nuestra identidad judeocristiana”. Ya no son perseguidos solamente los judíos (un clásico en la Historia de Europa). Ya no son sólo perseguidos los cristianos (una realidad in crescendo en las últimas décadas). Hoy el enemigo a batir es justamente “nuestra identidad judeocristiana”, lo cual muestra que al Enemigo le preocupa -y mucho- que esa identidad llegue a fraguar y con ella, la llegada de los Acontecimientos Finales.
José Luis Mira Conca
Junio 2020